El blog de Manolo Rodríguez

Publicidad en internet: ¿qué pasa cuando una embarazada pierde a su bebé?

Una embarazada que interactuaba en sus redes sociales con publicaciones de maternidad se pasó parte del embarazo viendo anuncios sobre esta temática. Pero el bebé murió y aunque lo comunicó en sus redes sociales le seguían saliendo anuncios de maternidad. Rechazó esos anuncios ¿y qué paso entonces?
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Publicidad en internet: ¿qué pasa cuando una embarazada pierde a su bebé?
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Última actualización: 28/10/2019

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Supongo que no te acuerdas.

Pero la primera vez que te diste de alta en Facebook había una frase en grandes caracteres que decía Es gratis y lo será siempre.

Ese eslogan aún pervive en la página de inicio.

facebook gratis

¿Y por qué es gratis Facebook? ¿Y Twitter? ¿Y YouTube? ¿Y las búsquedas en Google?

¿E infinidad de herramientas que nos encontramos por internet?

Por la información personal que nosotros les damos.

 

 

Si solo a través de Facebook, cualquiera de nosotros puede saber…

  • las preferencias políticas
  • gustos personales
  • orientación sexual
  • creencias religiosas
  • rasgos de la personalidad…

de nuestros amigos y/o conocidos por lo que comparten, qué no podrán conocer gigantes tecnológicos como los anteriores que todo lo miden, todo lo analizan y todo lo almacenan.

Te lo cuento más en profundidad en este video

https://www.youtube.com/watch?v=IuOF8gcTgyE&t=

 

Datos personales por servicios

En la web 2.0 la moneda de cambio no es el dinero.

Hay algo más importante: los datos personales.

Datos que nosotros canjeamos a cambio de obtener esos servicios gratuitos.

Datos de nuestras aficiones, gustos o intereses para que esos mismos a los que les regalamos nuestros datos, después puedan mostrarnos publicidad personalizada de marcas y empresas según nuestras aficiones, gustos o intereses.

Pero esa publicidad personalizada no «es gratis» ni «lo será siempre» porque la venden a las marcas y las empresas.

 

Si algo es gratis es que el producto eres tú

Los usuarios de las redes sociales, los usuarios de Google… no somos sus clientes; somos su producto. Un producto que venden a sus clientes.

Otro ejemplo del todo gratis de internet es Google Analytics.

Si tienes una página web o un blog seguro que ya sabes lo que es, y si no, deberías saberlo.

Y si no lo tienes, es un servicio gratis -cómo no- que ofrece Google para monitorizar una web o blog. Y te muestra:

  • El número de visitas que tienes
  • Qué páginas han visitado de la web
  • Cuánto tiempo han estado
  • Desde dónde han llegado
  • E infinidad de datos más

Y todo es gratis.

Todo no.

A cambio de ser gratis nosotros le damos esos datos -de nuevo los datos- de nuestra web para que Google sepa aún más, sea más listo, aprenda más sobre nuestros gustos y cada vez nos ofrezca una publicidad más personalizada para que las empresas y marcas impacten mejor con sus anuncios en nosotros.

 

Publicidad optimizada según nuestras búsquedas

publicidad en google

¿No te ha pasado que cuando entras en Facebook o en otras webs la publicidad que ves se ajusta a tus gustos?

¿Por qué será?

Los defensores de esta práctica argumentan que gracias a la información personal que suministramos en internet (con nuestras búsquedas en Google, con nuestras interacciones en las redes sociales, con nuestras compras online…) vamos a recibir solo anuncios que nos gusten.

Que si lo vemos así, tampoco está tan mal.

Hace dos inviernos me ocurrió la siguiente anécdota.

Es verídica.

Quería comprarme unas Panama Jack o unas botas parecidas.

Juro que no había hecho ninguna búsqueda en Google ni le había dado al me gusta de ninguna foto en la que apareciesen.

Y cuando estaba pensando pasarme por una zapatería, en la columna de la derecha de Facebook donde salen los anuncios, en la primera posición, apareció por arte de magia una publicidad…

de las Panama Jack.

¿Me habían leído el pensamiento?

Reconozco que me di un buen susto y estuve a punto de reiniciar el ordenador.

 

Publicidad de un producto que aún no necesitas

publicidad en redes sociales

Luego pensé que tampoco estaría mal que en un futuro, Facebook, Google o quién sea se adelantasen a tus actos y te ofreciesen publicidad de un producto del que aún no tenías necesidad, pero por tu historial en internet ibas a necesitarlo.

Y no es ciencia ficción.

Ya sucede.

Aunque esta historia que te voy a contar no tuvo un final feliz. Todo lo contrario.

Gillian Brockell es la editora de vídeo del periódico The Washington Post.

Gillian se quedó embarazada.

Y como durante ese tiempo interactuó en sus redes sociales con publicaciones relacionadas con la maternidad y publicó imágenes y posts sobre el proceso de gestación de su hijo, se pasó los meses recibiendo publicidad en sus cuentas de Facebook, Twitter o Instagram sobre el embarazo.

Hasta ahí todo normal. Más o menos.

Pero su bebé murió antes de nacer.

Y a pesar de que lo comunicó en sus redes sociales, los algoritmos no cambiaron.

Ella siguió recibiendo anuncios relacionados con la maternidad.

Cuando rechazó esos anuncios, el algoritmo cambió de estrategia.

Las plataformas asumieron que su bebé había nacido, y que lo que Brockell tenía que ver entonces eran sujetadores adaptados para dar el pecho o trucos para conseguir que el niño se durmiera.

Esta situación le llevó a escribir una carta para denunciar cómo las empresas tecnológicas utilizan nuestros datos.

 

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Una publicación compartida de Gillian Brockell (@gbrockell) el

 

Carta de Gillian Brockell

«Queridas tecnológicas: ustedes sabían que estaba embarazada. Fue mi culpa.

No pude resistirme a esos hashtags de Instagram de #30semanasdeembarazo o #tripitadeembarazada.

¡Qué tonta fui!

Incluso hice clic un par de veces en anuncios de Facebook de ropa para mamás.

Seguro que vieron mi emotivo post de agradecimiento a las amigas que vinieron a mi baby shower y a mi cuñada, que vino desde Arizona para el evento y me etiquetó en sus fotos.

Probablemente me observaron buscar en Google ‘vestido de embarazada con cuadros escoceses’ y ‘pintura para cunas para bebés’.

Apuesto a que Amazon incluso les dijo la fecha en la que esperaba el parto, el 24 de enero, cuando me registré en Prime.

 

Pero Gillian perdió el bebé

Sigue su carta…

«¿Acaso no visteis cómo buscaba en Google ‘¿Esto son contracciones de Braxton Hicks?’ o ‘El bebé no se mueve’?

¿Acaso no detectasteis mis 3 días en silencio, poco común para una usuaria como yo que tuitea frecuentemente?

¿O el post con el comunicado, que incluía palabras clave como «con el corazón roto», «problema y «nacido muerto», y 200 emoticones con lágrimas de mis amigos?

¿Acaso no es eso algo que podáis rastrear?

Déjenme explicarles cómo son las redes sociales cuando por fin regresas a casa del hospital, con los brazos más vacíos del mundo, tras haber pasado días llorando en la cama con tu esposo, y coges el móvil para distraerte unos minutos y ves esos anuncios…

Es exactamente igual de aplastante que el recuerdo de cuando tu bebé estaba vivo.

Así que cuando millones de personas con el corazón roto se ven forzadas a hacer clic en ‘No quiero ver este anuncio’ y a contestar a vuestro ‘¿Por qué?’ con el cruel pero cierto ‘No es relevante para mí’, ¿sabéis lo que decide vuestro algoritmo, empresas tecnológicas?

Decide que ya he dado a luz, asume un resultado feliz y te ahoga con anuncios de sostenes para amamantar y consejos para que tu bebé se duerma.

Sus algoritmos asumen que si diste a luz hubo un final feliz, y te bombardean con anuncios de sostenes de lactancia, videos para que el bebé se duerma toda la noche (yo daría lo que fuera por escuchar llorar al mío) y los mejores carritos que se adaptan al crecimiento de tu pequeño (el mío pesará siempre 1,8 kilos)”.

Por favor, compañías tecnológicas, les imploro: si sus algoritmos son lo suficientemente inteligentes como para saber que estaba embarazada o que di a luz, entonces seguro que también pueden serlo para darse cuenta de que murió y enviarme la publicidad adecuada, o tal vez no enviarme ninguna.

 

Fin de la carta.

Ha llegado el momento de que las empresas tecnológicas se replanteen qué uso le están dando a la ingente cantidad de datos que disponen de nosotros.

Y si no lo hacen ellas, lo tendrá que hacer alguien. Pero hay que actuar ya.

 

Imágenes cortesía de Launchpresso y Free-photos

 

 

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