Última actualización: 22/11/2022
Un texto pasa, o al menos debería pasar, por tres etapas.
La primera es cuando nace en mi cabeza y empiezo a darle vueltas al tema.
Si no es para publicarlo en el momento, lo dejo unos días que revolotee por ahí dentro hasta que tengo la necesidad de ponerlo por escrito.
La segunda es cuando todas esas ideas las paso al ordenador.
Antes he realizado un esquema en papel de lo que voy a contar.
Y cómo lo quiero escribir.
Y cuando me pongo a redactar sé justo lo que voy a decir.
Y en qué orden.
El arranque (las primeras frases) ya lo tengo antes de sentarme a escribir.
Y la tercera fase del proceso de escritura es cuando termino de dar forma al texto.
Una vez que has acabado de corregirlo, lo ideal es que lo dejes reposar, al menos, un par de días.
En el periódico en el que trabajo se complica poner en práctica esta recomendación.
Pero cuando acabo de escribir la información me pongo con otra historia y vuelvo sobre ella al cabo de un rato.
Siempre aparecen nuevas ideas que mejorar.
En el caso de los dos blogs que tengo, los textos los dejo reposar unos días antes de publicarlos.
No hay ese problema de tiempo como ocurre con el periódico.
Cada día vuelvo sobre ellos, los releo y siempre salen correcciones nuevas.
Así que ya sabes.
Tus textos son como los vinos.
Déjalos que reposen.
Hasta el próximo EN1MINUTO.